Desde que
una compañía de actores cayó al palacio de Hamlet a representar, el juego del
teatro dentro del teatro no ha cesado nunca, y dispara siempre un sistema
vertiginoso de signos espejados. El relato de de Jean-Luc Lagarce presenta una panorámica de
los integrantes de una compañía de actores de teatro idisch radicada en Europa,
durante los días previos al estallido de la Segunda Guerra. Estos son los dos datos
le dan a la obra el tinte trágico. Asistimos durante todo el espectáculo a los
retratos de cada uno de estos personajes hasta identificar y conocer a cada uno
de ellos. Estos actores ensayan el próximo repertorio,
piden beneficios sociales, se celan, se cuidan, proyectan giras, se atacan, y
se aman en secreto. Lagarce dibuja, a la manera de El Diario de Ana Frank un diseño de contrastes entre la vida, siempre explosiva, siempre cambiante, y un entorno de guerra, peligro y muerte.
Mónica Benavidez elige poner distancia entre el espectador y la efervescencia
de las situaciones, y vemos la obra como quien contempla una vieja postal
europea. Este distanciamiento lejos de provocar una brechtiana reflexión
crítica en donde el aparato teatral está en juego, ofrece un fresco preciosista
en donde se destacan las canciones idisches, ladinas, alemanas y portuguesas, y
un lindo pero muy lindo vestuario de Pia Drugueri. La cadencia del habla
también colabora con este distanciamiento, aunque existe en todos los actores suma
precisión en saber qué les pasa a esos seres que encarnan. La iluminación de
Eduardo Spindola indica dónde hay que enfocarse en esa galería de retratos, aunque
todos están presentes, y todos están atravesados por la acción aunque no
hablen. Los momentos más acertados son cuando toda la ancha boca está iluminada
y el espectador se deja llevar por focos de interés que van surgiendo. En este particular
tono de actuación, hacen pie: una exquisita Emma Rivera, que hace muy creíble a
una madre y jefa de compañía; Sylvia Tavcar quien sostiene una estampa muy
atractiva de diva germana, y canta con sentimiento una canción acompañándose con
acordeón; y María Laura Rojas que interpreta a una desbordada asistente y canta
dos canciones que se disfrutan: un tango en alemán y un fado. (Sería interesante hallar
en el programa los nombres de las
canciones).
Nosotros los héroes, rescata el raro heroísmo del hacedor
de teatro.
Auditorio
SHA
Domingos
20 hs
JUAN LEONARDO ISQUIZAR